
Ricardo Alemán
Un tanto en serio, y otro poco en chunga, el siempre ocurrente Javier Lozano ha reconocido que, sin duda, el mejor jefe de Gobierno del Distrito Federal se llama Marcelo Ebrard.
Lo más curioso es que remata la aseveración con un contundente: “¡Pues cómo no va a ser el mejor, si lleva 18 años gobernando la capital..!”
Y, en efecto, Lozano tiene toda la razón. ¿Por qué? Porque a lo largo de casi todo el gobierno de Salinas —durante la regencia de Manuel Camacho—, Marcelo Ebrard se desempeñó como secretario de Gobierno, luego de haber encabezado la más ambiciosa empresa en la construcción de vivienda en el mundo, a raíz del terremoto de 1985 en el Distrito Federal.
Durante todos esos años, la mayoría de los precandidatos presidenciales del PRI, del PAN y del PRD ni pintaban en el escenario. Salvo casos como el de Manlio Fabio Beltrones, otro de los que porta en sus alforjas un curriculum envidiable.
Pero hay más. Luego de que Manuel Camacho cayó en desgracia política al no ser candidato presidencial, Marcelo Ebrard regresó al GDF como secretario de Seguridad Pública en la gestión de Andrés Manuel López Obrador —hasta que Fox lo echó de fea manera— y luego fue secretario de Desarrollo Social. Para entonces ya llevaba casi 12 años en los primeros niveles del Gobierno del Distrito Federal.
Luego vino su Jefatura de Gobierno desde diciembre de 2006, y hasta la fecha, con lo que suma casi 17 años al frente de responsabilidades de gobierno en la capital del país. ¿Quién más puede presumir un curriculum como ése? Pocos.
Y viene a cuento el tema porque una revisión elemental de las hojas de servicio de los presidenciables de todos los partidos muestra una pobreza que avergonzaría a los prohombres de la derecha, la izquierda e incluso el centro priista. Y para empezar por el más aventajado de todos, el gobernador mexiquense, Enrique Peña Nieto, su curriculum se podría resumir en un párrafo de pocas líneas. Cargos muy menores hasta antes de ser diputado local; dos meses jefe de los diputados locales del PRI, candidato a gobernador y, luego, gobernador. Y nada más.
En cambio, el curriculum político y de gobierno de Manlio Fabio Beltrones no se resume en pocas hojas. subsecretario de Gobernación, diputado y senador, gobernador y número dos del PRI, pasando por una larga lista de responsabilidades intermedias. En realidad, los currículos de Marcelo y Beltrones parecen los más abultados, completos y variados, junto con el de una mujer que ya recorre el país en busca de ser candidata presidencial de Acción Nacional.
En efecto, nos referimos a Josefina Vázquez Mota, legisladora, líder de su bancada, dos veces secretaria de Estado y hoy precandidata presidencial. Y no es mejor la trayectoria de Santiago Creel, quien pasó de militar en la llamada sociedad civil, en los tiempos de la búsqueda de espacios democráticos, a consejero del IFE, diputado, candidato al GDF, secretario de Gobernación, precandidato presidencial, senador y, nuevamente hoy, precandidato presidencial.
Acaso el paquete de los presidenciables con mayor experiencia se podría cerrar con Andrés Manuel López Obrador, quien dos veces buscó ser gobernador de Tabasco —sin suerte—, luego fue dirigente nacional del PRD y candidato a jefe de Gobierno del DF, y jefe de Gobierno. Todo ello bajo la tutela de su padre político y mentor, Cuauhtémoc Cárdenas, al que echó y combatió de fea manera desde el mismo año 2000, cuando el tabasqueño se convirtió en gobernante de la capital. Y, claro, con el polémico Javier Lozano, secretario del Trabajo, chamba a la que antecedió una meteórica carrera en cargos menores —no de menos importancia—, a los que llegó por su talento y prestancia.
En una segunda tanda aparecen quienes hoy son titulares de una secretaría de Estado y/o una gubernatura. Entre ellos aparecen el indudable delfín presidencial, Ernesto Cordero, titular de Hacienda, quien tiene un curriculum francamente precario, emparentado acaso con el de Peña Nieto. Lo curioso es que, como están las cosas, en la boleta presidencial de 2012 podrían aparecer esos dos pretensos: Peña Nieto y Cordero, a pesar de su notable inexperiencia. Y también por ahí aparece Alonso Lujambio, titular de la SEP, cuyo historial es de medio pelo: consejero del IFE, comisionado del Instituto de Transparencia y… punto.
La nota es que si los candidatos presidenciales son electos por su currículo, más del 90% saldría reprobado. Una tragedia. ¿O no?
Columna de Ricardo Alemán para diario Excélsior
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