Pascal Beltrán del Río
La joven democracia mexicana ya arroja algunas certezas: Por ejemplo, que independientemente del número de candidatos que disputen la Presidencia de la República, sólo dos importan al final: quien representa la continuidad —es decir, el nominado por el partido en el poder—y uno solo de los opositores, quien logra abanderar la idea de cambio. El tercer lugar y el resto de los aspirantes suelen quedar muy rezagados en la votación.
También sabemos que se pueden ganar en las urnas demarcaciones tan pobladas como Ecatepec e Iztapalapa, incluso tener la mayoría de votos en el Distrito Federal y el Estado de México, y aun así perder la Presidencia.
Sin embargo, quienes han ganado ese cargo, desde que hay elecciones competidas en México, lo han hecho en buena medida gracias a su fortaleza en una lista de 27 municipios de tamaño mediano y grande cuyo porcentaje de participación en los comicios es de 60% o más.
Estamos a prácticamente un año de la próxima elección presidencial y vale la pena revisar cómo se encuentran los partidos políticos en esos municipios clave para ganar la votación, que resultan representativos de la realidad sociodemográfica del país.
En 2006, igual que en las dos elecciones anteriores, la Presidencia de la República se disputó formalmente en los más de dos mil municipios de la República, pero en realidad el triunfo se fincó en menos de una treintena de ellos.
Son exactamente 27 demarcaciones, decía, distribuidos en 13 entidades federativas: Estado de México (8), Veracruz (4), Distrito Federal (2), Guanajuato (2), Nuevo León (2), Tamaulipas (2), Coahuila (1) Puebla (1), Morelos (1), Colima (1), Querétaro (1), Aguascalientes (1), Campeche (1) y Coahuila.
Tanto Ernesto Zedillo como Vicente Fox y Felipe Calderón ganaron la Presidencia de la República luego de que sus respectivos partidos o coaliciones derrotaron a sus rivales en todos esos lugares. Por ello se puede decir, hasta que se demuestre lo contrario en una nueva elección, que nadie puede llegar a Los Pinos sin pasar de manera triunfante por ellos.
Se trata de los municipios mexiquenses de Naucalpan, Tlalnepantla, Toluca, Atizapán de Zaragoza, Cuautitlán Izcalli, Tecámac, Huixquilucan y Metepec; los veracruzanos de Córdoba, Poza Rica y Boca del Río, además del puerto jarocho; las delegaciones defeñas de Miguel Hidalgo y Benito Juárez; León y Salamanca, en Guanajuato; Monterrey y San Nicolás de los Garza, en Nuevo León; Tampico y Ciudad Madero, en Tamaulipas, así como Torreón, Coahuila, y las capitales de Puebla, Morelos, Colima, Querétaro y Aguascalientes.
Ninguno de esos municipios tenía menos de 100 mil ciudadanos en la lista nominal de electores en 2006 y en todos ellos acudió a las urnas cuando menos 60% de quienes tenían derecho a votar.
De la lista, el menos poblado es Colima, donde había 103 mil electores en la lista nominal de hace un lustro, y el más es Puebla, con más de un millón. Juntos sumaban 9.7 millones de votantes potenciales, lo que equivalía a 13.61% de los registrados a nivel nacional.
El 2 de julio de 2006 acudieron a votar en esos 27 municipios seis millones 237 mil 401 electores, más de 64% en cada uno de ellos, en promedio. Esto es, casi seis puntos arriba de la media nacional de participación.
De quienes votaron, 2.7 millones lo hicieron por el Partido Acción Nacional; 1.4 millones por la Alianza por México, coalición anclada en el PRI, y 1.3 millones por la Coalición por el Bien de Todos (CBT), que postuló a Andrés Manuel López Obrador a la Presidencia.
Primer dato a destacar: en esos súper municipios electorales (por su tamaño y la participación del electorado) se trastocó la tendencia nacional del electorado, que dio el primer lugar al panista Felipe Calderón Hinojosa y el tercero al priista Roberto Madrazo Pintado.
El segundo dato es que el PAN obtuvo, en esos 27 municipios, uno de cada cinco de sus votos (en la elección de diputados federales), mientras que la CBT, uno de cada diez, en números redondos.
El tercero es que la CBT llegó en segundo lugar (el sitio que ocupó a nivel nacional) en apenas once de los 27 municipios, mientras que la Alianza por México lo hizo en 16.
Si usted piensa que no hay una tendencia en esos números, tome en cuenta este dato: la mayoría de los votos en el Estado de México fue obtenida por el PRI en 1994, por la Alianza por el Cambio (que postuló a Vicente Fox) en 2000 y por la CBT en 2006. Y, sin embargo, las tres veces los ocho municipios mexiquenses mencionados dieron el triunfo al partido o coalición que resultó ganador en la elección presidencial a nivel nacional.
No cabe duda: para ganar la Presidencia hay que ganar esos 27 municipios. En algunos de ellos, la votación puede obedecer a características particulares, como que era lógico que Fox ganara en León y Salamanca en 2000 por su condición de guanajuatense, pero ¿por qué ganaron esos mismo municipios Zedillo, en 1994, cuando ya gobernaba el PAN aquella entidad, o Calderón, en 2006?
Hay algo en esos municipios, en términos sociodemográficos, que indica una tendencia en las elecciones presidenciales.
Algo que parece incidir es el control político previo de esos lugares. Para cuando Fox fue candidato, hace más de una década, el PAN se había hecho, por ejemplo, de los municipios mexiquenses de Cuautitlán Izcalli, Huixquilucan, Tlalnepantla, Atizapán de Zaragoza, Tecámac, Metepec, Naucalpan y Toluca. También había arrebatado Boca del Río y Veracruz al PRI, así como Torreón, Aguascalientes, Querétaro y otros municipios.
En 2006, Acción Nacional se mantenía firme en muchos de esos lugares, aunque el PRI ya daba señales de alguna recuperación, como cuando Ricardo Canavati Tafich recapturó para el PRI, en la elección de 2003, la alcaldía de Monterrey, que había estado en manos del panista Felipe de Jesús Cantú el trienio anterior.
¿Cómo están las cosas hoy en esos 27 municipios? Pues no pintan muy bien para el PAN. Sigue controlando su bastión leonés, además de haber recuperado Tampico y Monterrey, pero en total sólo es administración municipal en diez de esas demarcaciones. El resto de los municipios, 17, lo controla el PRI. Entre ellos, los de Torreón, Veracruz, Boca del Río, Toluca, Naucalpan, Tlalnepantla, Cuautitlán Izcalli, Cuernavaca y Aguascalientes, que habían estado en manos de Acción Nacional.
Por eso, más allá de quienes resulten candidatos del PRI y el PAN en 2012, ya puede augurarse que el primer partido arrancará en la contienda por la Presidencia con un piso mucho más firme que el segundo.
También puede decirse que en estos 27 municipios clave se ha ido configurando un panorama bipartidista entre panistas y perredistas. Por ejemplo, en Tecámac, en la zona conurbada de la capital del país, ha habido un auténtico toma y daca de la presidencia municipal, entre el actual alcalde, el priista Aarón Urbina y los hermanos Germán Olivares, uno de los cuales, Octavio, es el actual dirigente blanquiazul en la entidad, además de diputado federal.
También sabemos que se pueden ganar en las urnas demarcaciones tan pobladas como Ecatepec e Iztapalapa, incluso tener la mayoría de votos en el Distrito Federal y el Estado de México, y aun así perder la Presidencia.
Sin embargo, quienes han ganado ese cargo, desde que hay elecciones competidas en México, lo han hecho en buena medida gracias a su fortaleza en una lista de 27 municipios de tamaño mediano y grande cuyo porcentaje de participación en los comicios es de 60% o más.
Estamos a prácticamente un año de la próxima elección presidencial y vale la pena revisar cómo se encuentran los partidos políticos en esos municipios clave para ganar la votación, que resultan representativos de la realidad sociodemográfica del país.
En 2006, igual que en las dos elecciones anteriores, la Presidencia de la República se disputó formalmente en los más de dos mil municipios de la República, pero en realidad el triunfo se fincó en menos de una treintena de ellos.
Son exactamente 27 demarcaciones, decía, distribuidos en 13 entidades federativas: Estado de México (8), Veracruz (4), Distrito Federal (2), Guanajuato (2), Nuevo León (2), Tamaulipas (2), Coahuila (1) Puebla (1), Morelos (1), Colima (1), Querétaro (1), Aguascalientes (1), Campeche (1) y Coahuila.
Tanto Ernesto Zedillo como Vicente Fox y Felipe Calderón ganaron la Presidencia de la República luego de que sus respectivos partidos o coaliciones derrotaron a sus rivales en todos esos lugares. Por ello se puede decir, hasta que se demuestre lo contrario en una nueva elección, que nadie puede llegar a Los Pinos sin pasar de manera triunfante por ellos.
Se trata de los municipios mexiquenses de Naucalpan, Tlalnepantla, Toluca, Atizapán de Zaragoza, Cuautitlán Izcalli, Tecámac, Huixquilucan y Metepec; los veracruzanos de Córdoba, Poza Rica y Boca del Río, además del puerto jarocho; las delegaciones defeñas de Miguel Hidalgo y Benito Juárez; León y Salamanca, en Guanajuato; Monterrey y San Nicolás de los Garza, en Nuevo León; Tampico y Ciudad Madero, en Tamaulipas, así como Torreón, Coahuila, y las capitales de Puebla, Morelos, Colima, Querétaro y Aguascalientes.
Ninguno de esos municipios tenía menos de 100 mil ciudadanos en la lista nominal de electores en 2006 y en todos ellos acudió a las urnas cuando menos 60% de quienes tenían derecho a votar.
De la lista, el menos poblado es Colima, donde había 103 mil electores en la lista nominal de hace un lustro, y el más es Puebla, con más de un millón. Juntos sumaban 9.7 millones de votantes potenciales, lo que equivalía a 13.61% de los registrados a nivel nacional.
El 2 de julio de 2006 acudieron a votar en esos 27 municipios seis millones 237 mil 401 electores, más de 64% en cada uno de ellos, en promedio. Esto es, casi seis puntos arriba de la media nacional de participación.
De quienes votaron, 2.7 millones lo hicieron por el Partido Acción Nacional; 1.4 millones por la Alianza por México, coalición anclada en el PRI, y 1.3 millones por la Coalición por el Bien de Todos (CBT), que postuló a Andrés Manuel López Obrador a la Presidencia.
Primer dato a destacar: en esos súper municipios electorales (por su tamaño y la participación del electorado) se trastocó la tendencia nacional del electorado, que dio el primer lugar al panista Felipe Calderón Hinojosa y el tercero al priista Roberto Madrazo Pintado.
El segundo dato es que el PAN obtuvo, en esos 27 municipios, uno de cada cinco de sus votos (en la elección de diputados federales), mientras que la CBT, uno de cada diez, en números redondos.
El tercero es que la CBT llegó en segundo lugar (el sitio que ocupó a nivel nacional) en apenas once de los 27 municipios, mientras que la Alianza por México lo hizo en 16.
Si usted piensa que no hay una tendencia en esos números, tome en cuenta este dato: la mayoría de los votos en el Estado de México fue obtenida por el PRI en 1994, por la Alianza por el Cambio (que postuló a Vicente Fox) en 2000 y por la CBT en 2006. Y, sin embargo, las tres veces los ocho municipios mexiquenses mencionados dieron el triunfo al partido o coalición que resultó ganador en la elección presidencial a nivel nacional.
No cabe duda: para ganar la Presidencia hay que ganar esos 27 municipios. En algunos de ellos, la votación puede obedecer a características particulares, como que era lógico que Fox ganara en León y Salamanca en 2000 por su condición de guanajuatense, pero ¿por qué ganaron esos mismo municipios Zedillo, en 1994, cuando ya gobernaba el PAN aquella entidad, o Calderón, en 2006?
Hay algo en esos municipios, en términos sociodemográficos, que indica una tendencia en las elecciones presidenciales.
Algo que parece incidir es el control político previo de esos lugares. Para cuando Fox fue candidato, hace más de una década, el PAN se había hecho, por ejemplo, de los municipios mexiquenses de Cuautitlán Izcalli, Huixquilucan, Tlalnepantla, Atizapán de Zaragoza, Tecámac, Metepec, Naucalpan y Toluca. También había arrebatado Boca del Río y Veracruz al PRI, así como Torreón, Aguascalientes, Querétaro y otros municipios.
En 2006, Acción Nacional se mantenía firme en muchos de esos lugares, aunque el PRI ya daba señales de alguna recuperación, como cuando Ricardo Canavati Tafich recapturó para el PRI, en la elección de 2003, la alcaldía de Monterrey, que había estado en manos del panista Felipe de Jesús Cantú el trienio anterior.
¿Cómo están las cosas hoy en esos 27 municipios? Pues no pintan muy bien para el PAN. Sigue controlando su bastión leonés, además de haber recuperado Tampico y Monterrey, pero en total sólo es administración municipal en diez de esas demarcaciones. El resto de los municipios, 17, lo controla el PRI. Entre ellos, los de Torreón, Veracruz, Boca del Río, Toluca, Naucalpan, Tlalnepantla, Cuautitlán Izcalli, Cuernavaca y Aguascalientes, que habían estado en manos de Acción Nacional.
Por eso, más allá de quienes resulten candidatos del PRI y el PAN en 2012, ya puede augurarse que el primer partido arrancará en la contienda por la Presidencia con un piso mucho más firme que el segundo.
También puede decirse que en estos 27 municipios clave se ha ido configurando un panorama bipartidista entre panistas y perredistas. Por ejemplo, en Tecámac, en la zona conurbada de la capital del país, ha habido un auténtico toma y daca de la presidencia municipal, entre el actual alcalde, el priista Aarón Urbina y los hermanos Germán Olivares, uno de los cuales, Octavio, es el actual dirigente blanquiazul en la entidad, además de diputado federal.
Y, finalmente, que a la izquierda —históricamente débil en la gran mayoría de esas demarcaciones— le costará mucho trabajo colarse a la casilla de cambio en la boleta presidencial.
Una columna de Pascal Beltrán del Río, para Excélsor
Texto íntegro http://excelsior.com.mx/index.php?m=nota&id_nota=745900
Sobre el autor:
Pascal Beltrán del Río Martin (Lansing, Michigan, 11 de abril de 1966) es un periodista mexicano. Ha ganado dos veces el Premio Nacional de Periodismo de México en la categoría de entrevista, en las ediciones 2003 y 2007.
En 1986 ingresó en la entonces Escuela Nacional de Estudios Profesionales Acatlán de la Universidad Nacional Autónoma de México, donde se licenció en Periodismo y Comunicación Colectiva.
De 1988 a 2003 trabajó en la revista Proceso; durante este tiempo publicó el libro Michoacán, ni un paso atrás (1993) y fue corresponsal en la ciudad de Washington, D.C. (1994-99), además de Subdirector de Información (2001-2003).