Lo cierto es que en el fondo asistimos a uno de los espectáculos más grotescos y escandalosos de la vulgar lucha del poder por el poder.
Ricardo Alemán

Pero más allá de posturas antagónicas de impulsores de la alianza e impugnadores de la misma, lo cierto es que en el fondo asistimos a uno de los espectáculos más grotescos y escandalosos de la vulgar lucha del poder por el poder. ¿Por qué? Porque, en los hechos, somos testigos de una gran farsa en donde los actores centrales, los farsantes, creen que los ciudadanos padecen retraso mental.
Por eso, y para documentar la primera parte de la farsa, recurriremos a una estampa memoriosa poco conocida, que no tiene desperdicio, que cerrará la boca a los farsantes y —por si hiciera falta— que los retrata de cuerpo completo.
Resulta que la primera gran alianza opositora de todos contra el PRI —y eran todos contra el PRI— se produjo en la segunda mitad de 1999 en el estado de Coahuila, en donde se aliaron para “derrotar al PRI” los partidos PAN, PRD, PT, PVEM, Convergencia y el Partido de Centro Democrático. El PRI iba solo en esa elección que fue, en la historia del país, la primera alianza de todos contra el tricolor.
¿Y adivinen quiénes eran los presidentes del PRD y del PAN? En efecto, a los amarillos los presidía Andrés Manuel López Obrador y a los azules Luis Felipe Bravo Mena. ¿Y qué creen que pactaron? Caminar juntos, de la mano, a pesar de sus antagonismos, para derrotar al PRI. Pero además, por el PT, avaló la alianza Alberto Anaya; por el Partido Verde, el papá del Niño Verde; por Convergencia, Dante Delgado y, por el Partido de Centro Democrático, nada menos que Manuel Camacho. ¿Qué tal?
Y claro, en esa fecha a ninguno de los jefes partidistas les dio “asquito” juntarse con sus desiguales. Más aún, en las negociaciones entre azules y amarillos —entre Luis Felipe Bravo Mena y Rosendo Villareal, con Andrés Manuel López Obrador— nadie se escandalizó por el batidillo ideológico de la alianza, y menos se rasgaron las vestiduras por los diferendos ideológicos. Y, para ratificar la congruencia, basta decir que López Obrador fue el más entusiasta promotor de esa alianza con el PAN.
La elección en Coahuila se llevó a cabo el 26 de septiembre de 1999 y el candidato de la “alianza contra natura” fue el panista Juan Antonio García Villa, quien se enfrentó al priista Enrique Martínez y Martínez. ¿Pero, qué creen? Por increíble que resulte, el jefe de la campaña de Martínez y Martínez fue nada menos que Humberto Moreira, eficaz operador político que, seis años después, se convirtió en gobernador y, seis más, presidente nacional del PRI.
Ese 26 de septiembre de 1999, el PRI aplastó a la alianza PRD, PAN, PT, PVEM, Convergencia y PCD, al llevarse 61.2% de los votos, contra 34.7% de los aliancistas. Lo curioso del caso es que 12 años después todos se vuelven a encontrar, pero en el Estado de México, donde gobierna Enrique Peña Nieto, al que todos quieren derrotar, tumbar del caballo de la sucesión y vencer en julio de 2011 y julio de 2012.
Pero resulta que el jefe de campaña de Peña Nieto —y de la campaña para renovar el gobierno estatal— es nada menos que Enrique Martínez y Martínez, ex gobernador de Coahuila, delegado del PRI al Estado de México, impulsor de Humberto Moreira y, por si existen dudas de su eficacia como operador político, principal impulsor de la candidatura de Eruviel Ávila.
Así, en julio de 2011, se enfrentarán en el Estado de México los mismos políticos de PRI, PAN, PRD, PT, Convergencia y PVEM que ya se vieron las caras en Coahuila, en septiembre de 1999. La diferencia es que los otrora aliados azules y amarillos, hoy se escandalizan por sus incestuosos amoríos políticos, cuando hace 12 años retozaron sin pudor en la misma cama. ¿Asistimos o no a una gran farsa?
Y la segunda parte de la farsa es aun más vergonzosa. Se sabe que PAN, PRD, PT y Convergencia negocian una alianza de facto en el Estado de México, en donde el PAN colocaría un candidato títere, pero llamaría a votar por el del PRD, PT y Convergencia, que se llama Alejandro Encinas. ¿Así, o más escandalosa la farsa? Al tiempo.
EN EL CAMINO
Por cierto, para revivir al PRI en el Distrito Federal, en cualquier momento aparecerá como jefe del partido nada menos que Isidro Pastor, otro eficaz operador, enviado del Estado de México.
Articulo de Ricardo Alemán para Excélsior
Texto integro http://excelsior.com.mx/index.php?m=nota&id_nota=721611
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