lunes, 28 de febrero de 2011

Los priístas y el narco

*Jorge Chabat

Gran revuelo han causado las declaraciones del ex gobernador de Nuevo León, Sócrates Rizzo, en el sentido de que en las épocas en que los presidentes eran priístas, éstos "controlaban" las actividades del narco: delimitaban territorios y actividades y, por lo mismo, mantenían los niveles de violencia bajos. Esta interpretación, que es bastante común entre los analistas del tema, aunque ciertamente no cuenta con mucha evidencia empírica directa que la respalde, ocasionó que más de algún priísta se esponjara, suponiendo que esta visión de las cosas le puede quitar votos.

Ahora bien, más allá de qué tan explícitos eran los arreglos con el narco en las épocas del PRI y qué tan cómplices pudieron haber sido funcionarios de todos los niveles con esta actividad, lo cierto es que sí existía una cierta política de tolerancia hacia este fenómeno, basada en el supuesto de que, finalmente, el narcotráfico no era "nuestro" problema. A fin de cuentas, se pensaba, era un problema de los americanos y si los narcos mexicanos hacían negocio, sin generar problemas en México, no había bronca.

No obstante, este razonamiento funcionó sobre la base de que el Estado tenía el poder suficiente para evitar que el narcotráfico rebasara los límites del acuerdo explícito o implícito establecido.

Y eso sólo era posible si las cosas se mantenían estables. Esto es, si el narco se mantenía siempre en el mismo nivel de poder, incapaz de desafiar la autoridad última del Estado. Sin embargo, el razonamiento sobre el que se construyó la "pax narcótica" resultó a la postre

ser falso, pues el narco sí evolucionó en las últimas décadas hasta adquirir un poder tal que le permitió romper los acuerdos establecidos. Ese es el origen de la crisis en la que estamos metidos en la actualidad. En parte debido al tráfico de cocaína proveniente de Sudamérica hacia Estados Unidos en la década de los 80, en parte debido a que los cárteles mexicanos se fortalecieron por el vacío dejado por los cárteles colombianos y en parte por la propia política de tolerancia instrumentada por el Estado mexicano, el narcotráfico dejó de ser el fenómeno "controlable" que era en los años 60 y 70 y se convirtió en una amenaza a la gobernabilidad a quien nadie puede enfrentar ahora.

Sin duda, la gran interrogante que persiste es si, en caso de que el PRI retome la Presidencia de la República en el 2012, el nuevo presidente va a caer en la tentación de "controlar" al narco mediante algún tipo de acuerdo. Las principales figuras priístas han negado tal posibilidad.

Uno de los candidatos más probables del PRI, Enrique Peña Nieto, señaló que en caso del narcotráfico "la ley se aplica. Punto". Sin embargo, tampoco se puede descartar que un nuevo gobierno busque regresar a la política de tolerancia y tal vez a acuerdos con el narco. El problema es que dicha política no tiene muchas posibilidades de sobrevivir precisamente porque el Estado mexicano no tiene ya la capacidad de hacer respetar ningún tipo de pacto con las organizaciones criminales. Incluso si eventualmente el poderío del narcotráfico se reduce hasta llevarlo a los niveles de hace tres o cuatro décadas, la política de tolerancia sería disfuncional en el largo plazo, pues sucedería lo mismo que ocurrió en el pasado: el narco volvería a crecer.

Es muy probable que el tema de la seguridad y el combate al narco se convierta en uno de los ejes de la campaña presidencial del 2012. Tanto el PRI como el PRD -suponiendo que el PRD vaya con candidato propio y no en alianza con el PAN- harán de la lucha al narcotráfico por el gobierno de Calderón, uno de los flancos sobre los cuales centrar sus críticas. En ese sentido, dejar correr de manera extraoficial la versión de que con el PRI se puede regresar a la política de "administración" del narco, le puede dar algunos votos al partido tricolor. Obviamente, el discurso público será otro: el del imperio de la ley. Si esto es así, tal vez las declaraciones de Sócrates Rizzo no habrán sido tan dañinas al PRI y tal vez no sean tan ingenuas.

Al final, de lo que se trata es de ganar las elecciones, aunque se sugiera que se harán cosas que no se pueden hacer. Regresar a la época en que el PRI "controlaba" al narco es simplemente imposible y decir eso en público es insostenible en una democracia, pero es una idea que puede atraer algunos votos de aquellos que están cansados de la violencia en la guerra contra el narco. Al final, se trata de ganar, ¿no? 
 
 Articulo de Jorge Chabat (Analista político), para El Universal

http://www.eluniversal.com.mx/editoriales/51865.html

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