lunes, 7 de mayo de 2012

PRIMER DEBATE


En México recién llegamos a la construcción de una democracia con tintes muy particulares, y como resulta evidente, tarde a la cita.

Se dice una de las primeras pinceladas de democracia que se cernieron sobre México fue en 1988 con la coalición de grupos “progresistas” a fin de abanderar la candidatura de Cuauhtémoc Cárdenas Solórzano y hacer firme contra parte al sistema priísta y su candidato Carlos Salinas de Gortarí, entonces joven y flamante Secretario de Programación y Presupuestos. No sin resaltar en este rubro la inclusión de la mujer al derecho a votar, los diputados de partido, entre otros antecedentes.

Sin embrago este solo fue el proemio a la alternancia política al frente del ejecutivo federal, cuestión que más bien está enfocada a la repartición de los dineros y cuotas de poder, que a la consolidación de aquel sistema democrático enmarcado en lo mas profundo del artículo 3ro de la Constitución.

Y henos aquí 2012, a solo unos días de que a través de las urnas sean renovados el Ejecutivo Federal, las Cámaras del Congreso de la Unión y autoridades locales en algunas entidades de la República, momento en que millones de ciudadanos se encuentran en una fase hiperceptiva, atentos y aun indecisos, como quien ya no cree en todo lo que le cuentan y dicen, mirando a los políticos (todos) con poca confianza y mucho recelo.

La decisión que deberán tomar los ciudadanos que asistirán a sufragar el primer domingo de julio, en definitiva no es fácil y los políticos lo saben bien.

Pues cómo decidirse por alguien, por un proyecto, por una visión de las cosas, cuando en su mayoría, en general todos ofrecen lo mismo; desarrollo social, estabilidad económica, empleo, seguridad, todos parecieran los portadores de un gran y casi interminable paquete de bondades para el ciudadano ahora convertido sufragante.

La decisión se complica aun más cuando ésta la deben tomar personas que generacionalmente han sido menospreciados por ese mismo sistema político, carentes de una instrucción necesaria para entender el fondo de la problemática que los aqueja, inmersos en una inercia que su entorno muchas veces clientelar les impone (sindicatos, organizaciones populares, agrupaciones civiles, etc), así como la propia apatía que la falta de incentivos claros, fija en las nuevas generaciones.

Es aquí cuando la GENERACIÓN de opiniones y escenarios, forma parte fundamental en la toma de decisiones a la hora de ir a votar.

Encuestadoras, medios de comunicación, redes sociales, lideres de opinión y hasta comediantes, toman un papel muy activo en este proceso de GENERACIÓN de opiniones y escenarios, estamos en lo que podemos considerar como la cúspide de la era de la información.

Ahora bien, principalmente en las democracias consolidadas como las anglosajonas, una herramienta que tradicionalmente (no así en México) ha servido para contrastar este mercado de ideas, proyectos y propuestas ha sido la técnica del debate, entendiendo a esta como la técnica de comunicación oral, que consiste en la discusión de opiniones antagónicas sobre un tema o problema. 

La principal referencia de debates públicos entre aspirantes a cargos de elección popular, sin lugar a dudas fue aquel mítico encuentro entre los aspirantes a la presidencia de los Estados Unidos de Norteamérica,  el demócrata John Fitgerald Kennedy y el republicano Richard Milhous Nixon. Dicho evento fue la primera vez que candidatos norteamericanos se enfrentaban entre sí ante millones de personas, a través de las pantallas de televisión, unos 77 millones de estadounidenses vieron el debate en directo, alrededor del 60% de la población adulta. También para algunos autores, dicho evento marcó el inicio del marketing político, en que la imagen comenzó a desplazar al fondo de las palabras.  

Habría que precisar que en Estados Unidos, la celebración de debates políticos entre candidatos, se remonta a la fundación misma de la nación del norte, en contraste México se encuentra en pañales al respecto, pues como lo señalé al inicio de la redacción de estas líneas, llegamos tarde y llegamos mal.

Acostumbrados (por la fuerza y por tradición) a un sistema hegemónico y cupular en que por cientos de años, lo que menos preocupaba a los aspirantes era convencer a la mayoría, sino convencer a quien o quienes se encontraban en verdaderas condiciones de decidir el camino del país. En la actualidad y desde hace poco más de 20 años, México entró en una nueva dinámica en que las decisiones que influyen en el quehacer político y económico, se han dispersado en gran medida, es decir hay un mayor numero de personas a quien convencer.

Ya inmersos en esta nueva dinámica, fue el 12 de mayo de 1994 cuando por primera vez en la historia política de México, las principales fuerzas políticas a través de sus candidatos a la Presidencia de la República sostuvieron un debate trasmitido por televisión en cadena nacional, siendo este un evento sin precedentes ya que fue la primera vez que un candidato (a cualquier cargo) oficialista, se veía en la necesidad de debatir sus ideas, proyectos y propuestas frente a la enajenada sociedad mexicana, ya adicta entonces a la televisión.

En la legislación electoral, por cuanto a la elección de presidente de los Estados Unidos Mexicanos, se encuentra establecida la formal realización de dos debates bajo la organización y criterios que para ello establezca el Instituto Federal Electoral. 

Es en este punto quisiera hacer énfasis en dos partes fundamentales del tema, la forma y el fondo.
Me refiero al fondo, señalando a este como la parte sustancial del debate, es decir a la confrontación y contraste de ideas, proyectos y propuestas por parte de los participantes en él. Un debate en que sus participantes no enfrentan ni defienden sus posturas, resulta en un escaparate más, similar a los spots pautados durante la programación en radio y televisión. Así mismo, un debate en que las alusiones personales, descalificaciones y agresiones se vuelven el eje de discusión, se torna tan infértil como a la falda de contraste de posturas.

Me refiero a la forma, cuando la atención del espectador, así como la de los actores capaces y encargados de la GENERACIÓN de opiniones y escenarios, se centra únicamente en la capacidad de histriónica de los participantes en el debate, la manera en que son vestidos para el momento, así como kinésica demostrada. Expresiones que poco o nada aportan al desarrollo del debate, convirtiendo a los participantes, lo mismo en actores de televisión que en monos de circo.

Será este domingo cuando los aspirantes a la Presidencia, participen en el primer débete organizado por el IFE, bajo un formato que ha sido criticado por muchos, puesto que no propicia la confrontación y defensa de posturas, dejando la posibilidad de que una vez más el debate pase a ser un escenario para la recitación de diálogos mil veces memorizados o de descalificación, generando escenas que semejen a aquel programa peruano llamado “Laura en América”.

Me refiero a la legislación electoral y también señalo que ésta no limita en modo alguno la organización de espacios de debate, lo que debería ser tomada como una verdadera oportunidad para que se realicen los espacios que resulten necesarios, propiciando con ello, un debate amplio y robusto sobre los temas que en verdad interesan en involucran a la sociedad en todos los ámbitos. Creer e impulsar lo contrario, que solo hay que cernirse a los dos debates que se postulan por el COFIPE, resulta en una seria regresión, un anhelo a aquellos tiempos en que las mayorías no tenían la posibilidad material de decidir el destino de sus vidas.

Este domingo Josefina Vázquez Mota, Enrique Peña Nieto, Andrés Manuel López Obrador y Gabriel Quadri de la Torre (en orden de aparición de sus partidos políticos) tienen la oportunidad de mirar a los ojos a millones de ciudadanos, ahora convertidos en votantes, no solo para sonreírles, sino para exponer de manera clara y precisa, sus ideas y propuestas en materia de desarrollo social, estabilidad económica, empleo, seguridad, entre otras más, así como contrastar y de defender sus posturas ante los demás candidatos. 

Pronóstico:
Me resumiré a decir que quien llega con mayores debilidades al debate es Enrique Peña Nieto, puesto que además de que ha demostrado tener considerables debilidades para exponer sus ideas, así como de improvisar ente escenarios que le son adversos, se enfrenta en primer lugar contra Andrés Manuel López Obrador, quien es un político con una enorme capacidad discursiva, forjada en la vieja escuela (del PRI).  Por parte de Josefina Vázquez Mota, tiene a su favor el manejo de foros y la improvisación, recordemos que antes de entrar a las grandes ligas de la política, ella se ganaba el pan (literalmente) como conferencista profesional. Por lo que hace a Gabriel Quadri de la Torre, es también autor y conferencista reconocido en materia ambiental, así como al ir en tercer lugar y por mucho último en las encuestas, poco o nada puede perder si arriesga.

Nota: La presente columna de opinión decidí escribirla a unas horas de llevarse acabo el debate, puesto que me quiero evitar ser influido por los bochornosos “iba vestido se tal forma, parpadeó de más y significa esto, se le olvido aquello, el peinado no le favorecía…”. Quizá ni siquiera vea el debate por televisión y analice alguna versión estenográfica que sin duda surgirá al respecto.  

Roberto Nava Flores