viernes, 8 de julio de 2011

Derecho de sangre

Carlos Elizondo 

Heredar privilegios es contrario a los principios de una democracia que parte de la igualdad. En México hay muchos ámbitos donde importa la sangre, no el mérito.

El rector Narro no suele ser afectuoso con los funcionarios federales. Lo fue con el secretario de Hacienda. Las razones las da el propio Narro: “¿Cómo no va a ser de esta manera, si lleva en su sangre los colores de nuestra institución?”. Es decir, los padres de Cordero, quienes son profesores de la UNAM, son miembros de la tribu y Cordero, por derecho de sangre, debe ser tratado bien. Francis Fukuyama en su último libro, The Origins of Political Order muestra cómo el tránsito hacia una sociedad moderna pasa por romper los lazos de clan y de tribu y sustituir los derechos de sangre por los lazos con un Estado que crea derechos universales, donde no importe a qué clan perteneces, sino cuáles son tus capacidades individuales.

No es un cambio fácil y en muchas sociedades sigue predominando el clan y la tribu. Incluso en los países más modernos suele haber ecos de aquellos tiempos tribales donde dominaba el derecho de sangre. De ahí la atención que atraen las familias reales europeas. A pesar de no tener ya un poder político significativo, no son ciudadanos como cualquier otro, heredan privilegios y nos interesa conocerlos.

Uno esperaría que la lógica de la tribu no existiera en una institución modernizadora como debiera ser la Universidad. Que importe para su rector si los padres del secretario de Hacienda son de la UNAM y que en la UNAM la defensa de la tribu nuble en ocasiones la capacidad de autocrítica de algunos de sus profesores es una muestra más de un fenómeno tristemente creciente: la importancia del derecho de sangre.

En las dos últimas semanas hemos visto cómo el heredar un puesto a un pariente directo pareciera no tener sanción social. El primer caso es el ungimiento de la hija de la maestra Elba Esther Gordillo como secretaria general del Panal, partido dominado por ella y que dócilmente accedió a sus deseos de heredarle el poder como si se tratara de una reina que tiene ese derecho.

El segundo es el triunfo de Rubén Moreira como gobernador de Coahuila. El reportaje de M semanal de fecha 4 de julio da cuenta de los mecanismos de reproducción de privilegios de la familia Moreira. Lo amplio de su triunfo es, entre otras razones, una muestra de qué poco le importa a la sociedad el que se hereden los cargos públicos. Después del éxito de Moreira más de uno va a buscar cualquier pretexto para justificar sus sueños de nepotismo, lo cual puede ser muy costoso para nuestra democracia. Pareciera que el presidente Calderón va a permitir que su hermana sea la candidata del PAN a la gubernatura de Michoacán. La señal que esto manda y el riesgo para la campaña para gobernador de Michoacán en materia de seguridad deberían de disuadir a los involucrados.

Son pocos los ámbitos del sector público donde el derecho de sangre no importa o incluso domina. El sector público federal a nivel de mandos medios y superiores es de los pocos espacios donde está claramente prohibido. En el personal de muchos de los sindicatos del sector público, la evidencia fragmentada indica que dominan las redes de parentesco. Incluso en el Poder Judicial, incluido el Federal, hay más de un indicio de que se han contratado una gran cantidad de familiares.

El problema del derecho de sangre también afecta al mundo privado. Aunque en este ámbito es legal y legítimo heredar posiciones y recursos, ¿cuántas empresas grandes en México han quebrado por nunca haberse profesionalizado y preferir poner en los niveles directivos a los hijos u otros parientes del dueño y fundador sin importar mucho sus capacidades? En este caso el costo inmediato es pagado por la familia, pero hay un impacto social. La empresa es el motor del crecimiento y generador de empleo de cualquier economía, si la herencia de sangre domina sobre criterios de mérito, y el resultado es la quiebra o debilitamiento de ella, la economía en su conjunto paga un costo por esta dificultad de tener empresas manejadas en forma institucional.

Hay una lógica tras esta realidad en nuestras empresas. En un mundo donde desconfiamos del vecino, el pariente nos da cierta certidumbre. En un país donde los contratos son difíciles de hacer cumplir y donde las leyes laborales son perversas, contratar a un familiar tiene sentido. Cuando la lógica de tribu domina sobre la republicana, cuando el derecho de sangre puede tener prioridad sobre el mérito, es difícil construir un Estado democrático. Igualmente se complica construir una economía de mercado sólida.

Una Columna de Carlos Elizondo Mayer-Serra para http://www.carloselizondo.com.mx


Sobre el autor:
 
Carlos Elizondo Mayer-Serra (Ciudad de México, 23 de febrero de 1962), Académico , Analista y líder de opinión. Es Doctor y Maestro en Ciencia Política por la Universidad de Oxford, Inglaterra. Curso la licenciatura en Relaciones Internacionales en el Colegio de México [1982-1986]. Es experto en Sistema político Mexicano, Economía Política, Política Comparada, así como de Derecho y Política. Forma parte del Sistema Nacional de Investigadores de México. En enero de 2005 le fue otorgado el más alto nivel (SNI III).

Es integrante del programa de televisión Entre Tres del Canal 13 y de La Otra Urna, del canal 40. Colabora en el noticiero de José Cárdenas en Radio Fórmula y en el programa Hoy por Hoy de W radio. Es articulista en el periódico Reforma desde su fundación. Su nuevo libro Por eso estamos como estamos; La economía política de un crecimiento mediocre, acaba de ser publicado por Random House México 2011.